El Proceso creativo una intervención posible en problemáticas de consumo.

por | Mar 28, 2024

 

“Algo abre perdido Que ando tan comprometido

Busco adentro tuyo Algo que esta adentro mío

Algo para poder tapar mi gran agujero espiritual”.

Charpentier, (2008)

La problemática de consumo desde el psicoanálisis se caracteriza por una disfuncionalidad en el narcicismo primario. Freud (1914), plantea que al comienzo de la vida el cachorro humano, se encuentra desvalido en dos sentidos. Por un lado, a merced de un otro que lo asista para suplir sus necesidades, y por otro, a merced de la catectización libidinal que le ofrece ese otro. (Farias 1986, p. 100.), sostiene que “la posibilidad de que el narcicismo se construya depende de un yo auxiliar que funcione sin obturar, es decir, que no sea ocluido por otro narcicismo caractetopatizado y preexistente, el de la madre” En relación con la constitución del narcicismo, Freud (1914), plantea que el yo, no es un dato de origen, sino que se va a constituir a partir de un nuevo acto psíquico, que posibilite el arribo al narcicismo y posteriormente a la elección de objeto.

En el texto Narcicismo, lo expresa de la siguiente manera. “Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo, en el individuo, una unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarrollado; ahora bien, las pulsiones autoeróticas, son inicialmente primordiales; por lo tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo para que el narcicismo se produzca”, (Freud, 1914, p.74.). Narcicismo para Freud, es tomarse a sí mismo como un objeto de amor.

En las personas con consumo problemático, el efecto de la droga es el anhelo de reparar su narcicismo fallido producto de dos factores; una madre que lo toma como objeto de su propia gratificación, y con la que tiene una relación simbiótica, y un padre que no pudo cumplir con su función interdictora.

A raíz de esta relación simbiótica con la madre, el sujeto es devorado por el narcicismo especular de esa otredad funcional como una modalidad oral corporativa”, como consecuencia, se observa en los distintos hábitos de consumo, que el sujeto se inyecta, aspira, toma, de modo que, todo es incorporado al cuerpo, ya que tiene con la sustancia una relación libidinosa, producto de la regresión autoerótica.

En esta regresión al autoerotismo, la droga suplanta el lugar de la actividad sexual, del tiempo primordial, es por ello por lo que el sujeto con problemática de consumo pierde todo interés por la activad sexual, y si estable algún tipo de relación, esta es solo como una descarga, no hay posibilidad de libidinizacion al otro.

Por otro lado, Farias (1986), plantea que el sujeto mediante la sustancia busca diferenciarse del narcicismo de la madre que obtura su propio narcicismo, pero que es fallido porque cuando más intenta alejarse, más se acerca a ella y el único modo que encuentra para reparar la falla narcisista, es incorporando la sustancia en su cuerpo., produciendo un ciclo de elación – depresión.

En el epígrafe que antecede a esta exposición, se retoma la letra de la canción “Obsesionaría en La Mayor” de Chano Charpentier.

Chano Charpentier, es un musico reconocido de nuestro país, sus producciones artísticas permiten exteriorizar matices de su propia subjetividad.

En el fragmento de la canción, se denota que el artista a partir de su producción poética pone en palabras el conflicto interno que lo atormenta.

Cabe destacar que, en las intervenciones mediante la música, es posible que a partir de producciones artísticas se pueda llegar a conocer la singularidad del paciente, sus emociones, sus miedos, sus angustias, así como también, las herramientas con las que cuenta el sujeto. Estas serán relevantes para potenciar el tratamiento terapéutico, el nivel de tolerancia a la frustración, y los recursos que trae para desarrollar sus habilidades intra e interpersonales.

En la letra de la canción seleccionada, el artista expresa que aquello que perdió, es algo que lo aqueja y que de algún modo necesita poder llenar ese vacío.

Desde el psicoanálisis, se puede interpretar como un intento regresivo a la satisfacción autoerótica. Un intento fallido, que es imposible de acceder, pero que, en ese intento, se pone en juego para el sujeto sostener la integración del yo.

Cabe destacar que, en el autoerotismo, las pulsiones son parciales, con lo cual, en esta regresión libidinal, el sujeto con problemática de consumo se encuentra en estado de fragmentación, por ende, necesita recurrir a la identificación primaria con la droga para llenar ese “vacío existencial”.

Por otro lado, Freud (1914), plantea que, si bien es necesario que él bebe sea tomado como objeto libidinal por la madre para que se constituya el Yo ideal del proceso primario, lo esperable es que, mediante el complejo de castración, pueda correrse de ese lugar omnipotente y maravilloso para que se constituya el ideal del yo, propio de proceso secundario.

En las personas con problemas de consumo, esta falla en el narcicismo primario y por ende la imposibilidad de acceder al principio de realidad propia del proceso secundario, les imposibilita acceder al deseo por medio de una satisfacción sustitutiva, ya que carecen de representantes simbólicos para responder a cualquier situación traumática que se les presenta.

Estas personas, suelen caracterizarse por responder mediante el acto, presentar poca tolerancia a la frustración ante cualquier situación demandante que el mundo exterior les requiera, con lo cual, para hacer frente a las diversas problemáticas, como la presión social, la perdida de trabajo, el fracaso académico. suelen recurrir a la sustancia, para aliviar el sufrimiento psíquico, esto es una respuesta fallida a la angustia y a la frustración.

Poulichet (1987), plantea que con frecuencia en la adicción se pone en juego un intento de curar un dolor psíquico insoportable. Este intento es fallido porque lo sucumbe a replegarse en su propio narcicismo.

Es por ello por lo que, en personas dependientes, el repliegue narcisista ocasiona que poco a poco a medida que el consumo acapara todas las ordenes de su vida, el sujeto comienza a aislarse de su entorno, perdiendo de esta forma el lazo social y las relaciones interpersonales con su entorno.

En relación a lo anterior, la no constitución del proceso secundario trae consecuentemente la no instauración del ideal del yo o superyó. Este es la agencia de representante de nuestro vinculo parental, Freud (1923), “El ideal del yo es la herencia del complejo de Edipo, expresión de las más potentes mociones pulsionales, destinos libidinales del Ello”, (Freud, 1923, p.37).

En personas con problemática de consumo, a consecuencia de inscribirse carentemente la ley paterna, el yo del sujeto está totalmente identificado a la madre pre-edipica, arcaica y poderosa, en total dependencia con esta, quedando a merced de la omnipotencia narcisista de su madre, que anula la función del padre.

Esta identificación a la madre pre-edipica, trae como consecuencia que el sujeto- Objeto se repliegue en su propio narcicismo especular, y en el intento por correrse de ese lugar, recurre a la sustancia como único recurso posible. Al no tolerar el juicio de realidad, se arma una fantasía, que ancla sus raíces en la completa ilusión de una satisfacción total.

Al no instaurarse la ley paterna, el sujeto presenta dificultades para reconocer los límites, con lo cual, tiene conductas transgresoras, a la autoridad, y a todo lo que tenga que ver con la sociedad en general, así como también presenta imposibilidad para optar y poder elegir libremente.

Es menester señalar que si bien Freud no se ocupó de las adicciones, a partir de su teoría sobre el funcionamiento del aparato psíquico, podemos hacer una conjetura, y establecer cuáles son los procesos que se ponen en juego para que un sujeto devenga consumidor.

No es mi intención realizar una generalidad de la problemática a partir de la teoría, ni mucho menos demostrar que la adicción, responde a un cuadro psicopatológico, más bien mi intención es servirme de la teoría para comprender aquellas características que podrían encontrarse en el sujeto con problemáticas de consumo, y a partir de allí poder realizar una intervención singular, respondiendo mediante la ética del psicoanálisis, propulsando intervenciones que tengan en cuenta la singularidad del sujeto que padece, ya que un tratamiento centrado en la persona podría favorecer positivamente el abordaje de esta problemática.

A partir del psicoanálisis, podemos llegar a la conclusión de que la falla en la subjetividad es el punto de partida de toda la problemática, donde hay un sujeto

 

que no llego a constituirse como tal, y por ende responde desde los recursos más mortíferos para hacer frente a todas las cuestiones de su vida.

El consumo problemático, no se trata de una elección, por el contrario, es una necesidad. En la necesidad, se obtura el deseo y a raíz de ello la no elección.

El sujeto con problemas de consumo vive exclusivamente para la sustancia, esta es condición necesaria, exclusiva y excluyente, ya que no encuentra otro modo para aliviar su dolor, sino que encuentra un alivio imaginario inyectándose, inhalando, fumando, tomando, y en esa incorporación de la sustancia al cuerpo, intenta de forma fallida poder diferenciarse del otro que lo capturo en su propio narcicismo, y por ende, le privó de constituirse como sujeto deseante, pero en ese acto de querer diferenciarse y de encontrarse a sí mismo, recurre al consumo, como un intento de apegarse a ese otro, y en este círculo vicioso inconsciente, el sujeto se encuentra en un encrucijada, en una red sin salida, cayéndose al abismo del desgarramiento psíquico, ya que cada día está más capturado por la sustancia, entonces pierde amigos, familiares, el trabajo, el dinero, y, hasta en el peor de los casos pierde hasta su vida.

El consumo, es una problemática que afecta de manera integral la vida de la persona

Esta travesado por aspectos, sociales políticos y culturales por lo cual debe ser abordada como una problemática compleja para que pueda generar algún efecto en el sujeto.

Desde mi punto de vista, considero necesario que, para llevar a cabo las intervenciones en problemáticas de consumo, se establezcan dispositivos centrados en la persona, en su singularidad y en las necesidades de cada paciente, considerando a la música como una alternativa posible para su abordaje.

Hoy, no deberían quedar dudas acerca de la necesidad de propuestas variadas que apunten a dar asistencia según la necesidad de cada persona, evitando los programadas de antemano para todas las personas por igual, por el contrario, debe existir un abanico de posibilidades que contemplen las distintas situaciones clínicas de los pacientes, según la gravedad y problemática de cada uno.

Si bien no estoy de acuerdo con las instituciones de encierro, en algunos casos la internación se torna inevitable. La ley de Salud Mental 26.657 establece que la internación debe realizarse como ultimo recurso y en casos en que otros

dispositivos diferentes no hayan tenido una respuesta adecuada. Esta ley promueve los dispositivos alternativos, que se adecuen a las necesidades de cada sujeto, apuntando a la singularidad del paciente.

 

“Con las marcas de un tiempo primordial”

Gaudencio, Vanesa.

UN DOLOR QUE SE HACE MUSICA

Desde el inicio de la vida, transportamos en el interior de nuestro ser, el instrumento más valioso para nuestra subsistencia, “el corazón”, este es el órgano más esencial, ya que de él depende todo el funcionamiento de nuestro organismo.

Desde el primer momento de la existencia intrauterina, los ruidos biológicos, acompañan al embrión, en su progresión vital, y a medida que el neonato se va desarrollando en el útero materno, estos ruidos, se van se van desplegando en un sinfín de cualidades sonoras: rumores internos, ritmos cardiacos como especies de galope del corazón, y desde Luego la voz de su madre, cuando le habla desde el exterior.

Es una práctica de rutina, que los médicos obstetras, realicen ecográficas, para escuchar el ritmo cardiaco del neonato, incluso las mamas, solemos emocionarnos al escucharlo por primera vez.

Las personas que hemos transitado esta experiencia, sabemos que es un momento único, placentero e inolvidable poder escuchar desde el exterior, el ritmo de un corazón que se pronuncia ante a la vida.

Luego, en el momento del nacimiento, evocamos el llanto, que se produce mediante la vibración de las cuerdas sonoras. Y de esta forma, el recién nacido se presenta ante la vida.

Él bebe, en un primer momento, al encontrarse en un estado de indefensión y dependencia absoluta, al no poder colmar sus necesidades biofisiológicas, recurre al llanto como medio para expresar esa sensación producto del displacer. La madre o un otro auxiliador, ante el llanto de este, busca la manera de poder dar un significado a ese llanto, con lo cual él bebe, cada vez que tenga una necesidad, recurrirá al llanto, como una herramienta de comunicación, Zimbaldo

 

(2015), plantea que él bebe, al no disponer todavía del habla, todas sus posibilidades expresivas son a través del cuerpo, es decir que se expresa mediante gestos, los movimientos, y utiliza la voz como una primera herramienta de comunicación.

A partir del inicio de la vida, la humanidad encontró diversas formas para comunicarse, para identificarse o para percibir el mundo, una de ellas es el arte musical.

La música se define como el arte de combinar los sonidos, de forma armoniosa, Zamacois (1971).

Siguiendo a esta idea, Attali (1995) refiere que la música tiene por finalidad, la expresión de sentimientos, que emergen en un tiempo determinado y por ello va unida a las condiciones culturales, sociales y económicas de su tiempo.

Desde el psicoanálisis, Freud en su afán por comprender cuáles son las causas para que un sujeto se convierta en artista, o cuales son las causas para que el sujeto devenga creador, comenzó a establecer relaciones entre el inconsciente y el proceso creativo, llego a la conclusión de que las primeras huellas poéticas, las podríamos encontrar en el juego del niño y en los sueños diurnos.

En “El creador literario y su fantaseo” (1915) plantea, que el niño en su actividad lúdica se comporta como un poeta, ya que, mediante el juego, el niño intenta insertar las cosas a su mundo propio, en un nuevo orden más agradable para sí, apuntala sus objetos y situaciones imaginarias, en cosas palpables y visibles del mundo real.

En relación con la actividad lúdica del niño, el autor realiza una comparación entre este y el adulto, plantea que, “El poeta hace lo mismo que el niño que juega, se crea un mundo de fantasía al que toma muy enserio, dotándola de grandes montos de afecto, al tiempo que lo separa tajantemente de la realidad, pero a diferencia del niño, donde el juego está dirigido por sus deseos y en donde no hay ninguna intención de esconderlos, el adulto, crea un sustituto, reemplazando el juego por la fantasía, ya que no quiere renunciar al placer que extrae de esa actividad.

Sostiene que el impulso de la creación poética se origina a partir de que una vivencia actual, se activa a partir de una vivencia de la niñez, que esta está en relación con la actividad sexual, por lo cual el goce genuino, disfrazado de una obra de arte, proviene de la liberación de tenciones del interior del sujeto.

 

De esta manera, el poeta, es capaz de dirigir su atención hacia lo inconsciente dentro de su propia alma y en lugar de sofocarlo, “espía” sus posibilidades de desarrollo, y estas le permiten una expresión artística.

Por lo tanto, la fuente inspiradora de la creación artística está sustentada por el material inconsciente de las fantasías y los sueños. El poeta a partir de estos materiales logra tramitar mediante la obra, una nueva realidad que le suscita placer tanto para si como para su espectador.

En” Pulsiones y destino de pulsión” (1915), vuelve a retomar el tema del acto creador mediante el concepto de sublimación, entendido este como un modo de defensa del yo ante la insistencia constante de la pulsión que nace por la excitación erógena del cuerpo.

El yo, ante la irrupción de las pulsiones sexuales, que incitan a la descarga motriz, se defiende de estas representaciones, desviando su objetivo de obtener una satisfacción sexual directa hacia una finalidad más elaborada y socialmente aceptable.

En este texto, plantea que el impulso creador de todo poeta tiene como fuente una excitación erótica o agresiva, con lo cual, el impulso creador de las personas es una sublimación de la sexualidad.

Desde esta perspectiva psicoanalítica, podemos afirmar que la música, la obra de arte, las producciones artísticas, tiene las marcas de un tiempo primordial, son un modo posible que el sujeto encuentra para decir con sonidos lo que no puede expresar a través de la palabra. Mediante el arte, las pulsiones agresivas del ser humano pueden desviarse de su descarga, hacia una finalidad más aceptable socialmente, más amable, donde ese dolor que emerge de las profundidades de su mundo inconsciente; mediante la sublimación, se convierta en una melodía, cuya estructuración armónica lleve esas marcas primordiales, pero reconducidas a un finalidad más sublime, más digna para el sujeto, y en donde en esa pluralidad de voces que aparece en la base de todo acto creador, sea posible un decir menos sufriente, que le permita al sujeto hacer algo novedoso con su padecer. El acto creador desde esta perspectiva es efecto de un tiempo anterior.

En personas con problemática de consumo, el lenguaje esta empobrecido, deshilvanado y fragmentado, por lo que presentan serias dificultades para responder mediante la palabra. Sus respuestas suelen estar del lado de la acción

 

y de la impulsividad, sin mediar raciocinio alguno en sus modos de actuar. Son personas que, debido a su problemática, se caracterizan por tener poco control de sus impulsos y poca o nula tolerancia a la frustración.

En esta problemática, las intervenciones a través de la música pueden generar modos posibles para direccionar sus impulsos autodestructivos, la construcción de una subjetividad y un cuerpo menos fragmentado, ya que, en estas personas, el cuerpo, se convierte en sede de la sustancia, y a pesar de saber las consecuencias negativas de estas, no pueden dejar de hacer uso de ellas. Esta acción, se trata de la repetición de una acción autodestructiva de sí mismo a través del propio cuerpo, Rodriguez (1996). La repetición compulsiva provoca un desmoronamiento progresivo de sus capacidades yoicas. La persona se percibe fragmentada, tiene problemas de relación con su entorno y se aísla cada vez más perdiendo de este modo todo lazo social, ello produce una gran despersonalización y una estima absolutamente dañada.

A partir de estas características, que nos permiten diagramar un perfil del sujeto con problemática de consumo, y las característica que acarrea su dependencia, es posible, acentuar la importancia de la terapia analítica, incluyendo a la música como una herramienta imprescindible, ya que mediante el trabajo con el cuerpo, las percepciones y el reconocimiento de sí y de otros en un discurso musical, posibilita que mediante un proceso de reestructuración psíquica, el sujeto pueda dar lugar al deseo, y en muchos casos, pasar de la necesidad, al deseo de comenzar a construirla.

En el epígrafe que da inicio a este apartado, hemos puesto de relieve, que la música, el arte, son las huellas de un tiempo primordial, de un tiempo que insiste, resiste y persiste, y que el modo de defensa, es el consumo, con lo cual una herramienta de intervención favorable, está en relación de suplantar esta problemática de consumo por la música, que le permitirá al sujeto la posibilidad de sobrellevar su padecer de un modo más saludable, sublimando su dolor en actos creativos.

Hemos mencionado anteriormente, las causas por las cuales, el yo no pudo constituirse como tal, llegado a la conclusión, de que debido a una falla en la constitución narcisista, el aparato psíquico de estos sujetos está regido por el principio de placer, por lo cual no pueden postergar la satisfacción o mejor dicho, no pueden responder con un modo sustitutivo a la satisfacción propia del

 

principio de realidad, así como también debido a su constitución psíquica no pueden responder a las normas sociales, con lo cuales sus conductas siempre están en relación a la transgresión de las leyes y normas sociales.

En “El malestar en la cultura”, (1929), Freud plantea, que el hombre, para formar parte de la cultura, debe poder renunciar a sus satisfacciones pulsionales, sostiene que la agresión, la pulsión de muerte, es introyectada a su propio yo, una parte de esa agresión, es depositada en el yo y otra parte de esta se contrapone como resto al superyó, Este con la misma severidad con que habría satisfecho sus pulsiones agresivas en otros, volcara todos sus impulsos agresivos sobre el propio yo.

Las personas con consumo problemático, ante las vicisitudes que la sociedad les demanda, no tienen los recursos simbólicos para responder mediante el principio de realidad, con lo cual, como respuesta, recurren a la sustancia como intento de aliviar ese dolor psíquico insoportable que les produce, (Poulichet 2012), la autora, emplea el concepto de “operación farmakon” para dar cuenta de las operaciones por las que se valen estos sujetos, cuyo objetivo es el sostén de las formaciones narcisistas precarias en su naturaleza, como un intento de mantener la consistencia del yo ideal, el cual intenta defenderse de la amenaza de algo insoportable, la castración, dejando al sujeto en una posición de peligro al encontrarse sin recursos para responder a esta falta.

La autora plantea, que, como modo de respuesta a ese encuentro con la falta, el sujeto se sirve de la sustancia donde esta, es la suplencia que le permite soportar lo insoportable.

Para dar cuenta de a importancia del arte y el proceso creativo en el intervención en problemáticas de consumo  me gustaría compartir algunos fragmentos del texto “Dárselo en la pera” de Fernando Chino (2016), acerca de jóvenes con problemas de consumo, y como la música fue una herramienta generadora de nuevas posibilidades.

“Pablo, se sube al escenario, junto a sus tres compañeros de banda para cantarles sus

historias a 120.000 personas” “Pablo, tiene 23 años, y hace ocho meses cambio el poxiran y la cocaína por el hip hop” Pablo dice: “la música me cambio la vida, siempre viví de gira, andaba re drogado, no

me importaba nada, la música nos puede salvar a todos”

(chino, 2016, p. 198).

 

( ..) Gastón, hermano de Pablo, escribe canciones, en las que habla de las vivencias de su barrio, cuenta que empezó a escuchar rap hace unos años, y eso lo llevo a buscar bases instrumentales para ponerles letra, comenta que trata de salir adelante con la música, en mis canciones hablo sobre el barrio, el amor, las drogas, alega que en sus producciones artísticas no busca la fama, solo busca el modo de salir adelante.

En las voces de estos jóvenes, se hace presente, que, a partir de su encuentro con la música, se abrió un mundo de posibilidades, en donde ha podido ser posible, suplantar el hip hop por el poxiran, y en donde a partir de este encuentro con el arte, comenzaron a construir un proyecto de vida, más aceptable socialmente.

Asimismo, la posibilidad de poder plasmar poéticamente la realidad de sus vivencias en el barrio de origen les permitió, comenzar a poner en palabras, las vivencias propias y las vivencias que comparte con su entorno, a su vez que le permitió, construir una identidad compartida, donde no solamente Pablo y Gastón se encuentran con el placer de crear, sino que todas las personas de su barrio, los apoyan y los siguen en su proyecto artístico, ya que el mismo refleja la realidad que este grupo social comparte y vivencia día a día.

El testimonio de Gastón denota que la creación de sus letras y su música, son un testimonio claro de que la música y la generación de un proyecto propio fueron una alternativa ante el consumo problemático, de esta forma la creación se puede entender como aquella manifestación que surge del inconsciente, y permite al sujeto crear algo a partir de formas antiguas, en palabras de (Nasio, 2015, p. 133), “ lo nuevo en el proceso creativo, es hacer existir lo antiguo pero de forma novedosa”.

Vanesa Gaudencio

Vanesa Gaudencio

Psicóloga Profesional

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