La posicion del analista en el dipositivo analítico

por | Mar 28, 2024

En 1948 nos topamos con la posición del analista como superficie lisa, Lacan nos habla de que no estaría presente en el dispositivo su división subjetiva, pero su inconsciente si existe. Con respecto al tema, Lacan plantea el ofrecer un personaje despojado, tanto como sea posible, de toda característica individual; desprovisto de interés, simpatía, gustos, etc. Permitiendo así la reproducción del síntoma en un ambiente controlado, es decir que mediante esta posición del analista invita a pasar del síntoma a la transferencia, lo que Freud llamo neurosis de transferencia. En 1953, el punto clave será el poder “saber por quién y para quién” el sujeto dirige su deseo, puesto “que la palabra constituye la verdad; incluso si está destinado a engañar…”.

Durante 1956, Lacan nos detalla que “la condición primordial es que esté compenetrado de la diferencia radical del Otro al cual debe dirigirse su palabra, y de ese segundo otro que es el que ve y del cual el primero le habla en el discurso que prosigue ante él. Porque es así como sabrá a quien ese discurso se dirige”.

Para 1958, Lacan describirá esta posición del analista como la del muerto en el juego de cartas bridge, el sujeto que ocupa la posición del analista “solo tienen un lugar posible en este juego, el del muerto; y que si se lo reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quién lo conduce.”, el autor nos advierte de la posibilidad de perdernos en lo que se cree saber del paciente. 
En 1966 Lacan plantea que “el analista debe aspirar a un dominio tal de su palabra que sea idéntica a su ser. Por lo que no puede ser sino el mismo en sus palabras.”. Es interesante lo que podemos perfilar con respecto a la posición del analista a través de la enseñanza de Lacan, pero quien es el analista en el dispositivo sino un intento de no ser sujeto allí.
El encuentro con un analista sería una partida de cuatro, dos sujetos provistos cada uno de dos objetos que son el yo y el otro (‘a’), uno de ellos advertido de esta relación y el otro no, pero es posible que el sujeto al final del recorrido sepa cuál es su lugar en el discurso del Otro, es de la posición del analista en el lugar del Otro quien dependerá que un sujeto haga el recorrido por el piso de la identificación o por el piso de la pulsión/análisis.
Posición ocupada por un sujeto, un sujeto que apuesta no serlo cada vez que entra a su consultorio con un otro, ya que no se puede ocupar la posición del analista y de sujeto a la vez, estas son excluyentes, empero es una decisión que se toma con cada paciente, en cada sesión. Brodsky nos dice que el analista tiene como objetivo encontrar en medio de la proliferación imaginaria del analizante, al sujeto en la división subjetiva, sirviéndose de las formaciones del inconsciente (sueños, actos fallidos, chiste, etc.) para provocar la sorpresa; que el sujeto se tope consigo mismo, con sus deseos expulsados de si, velados por los mandatos de sus amos; sus padres, su jefe, su pareja, sus hijos, y sus circunstancias. 
Hasta este punto, la idea de que el analizante ($) obtenga todo esto en el dispositivo analítico sin más nada que su presencia y obviando de la presencia de un analista es un absurdo, como afirma Brodsky, es necesario de un analista quien “…está como soporte encarnado de la operación analizante” como significante incognito (a), puesto que no está allí para pedir algo más al sujeto, sino más bien para que este se encuentre con todas las demandas en las que está atrapado.
Imposible empresa sin el analista que ocupe bien su función, su posición.

Vanesa Gaudencio

Vanesa Gaudencio

Psicóloga Profesional

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