
Descartes: meditaciones y su arribamiento al cogito cartesiano
En su afán de homologar el saber filosófico al científico, Descartes (1641), en sus teorizaciones, se aprehendió de un descreimiento absoluto de lo que creía, que lo impulso a la emergencia de cuestionamientos, a través de los cuales, alcanzo a introducirse a un terreno introspectivo enlazado con la meditación y el conocimiento. El filósofo, respetando su carácter racionalista, llevo a cabo una primera meditación, en la que expuso el método de la duda, como ese método que lo indujo a poner en jaque los sentidos y la razón. Lo mencionado, se puede observar en sus planteamientos, en los cuales expreso: “he experimentado a veces que tales sentidos me engañaban, y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado una vez” (Descartes, 1641, p.8); asimismo, en su pensamiento, tomo relevancia lo devenido en los sueños y en la vigilia, acerca de los cuales menciono: “recuerdo haber sido engañado, mientras dormía, por ilusiones” (…) “no hay indicios concluyentes ni señales que basten a distinguir con claridad el sueño de la vigilia” (Descartes, 1641, p.9). A su vez, en este terreno de cuestionamientos, en donde el edificio del conocimiento va derrumbándose, puso en duda a Dios, aludiendo a que: “podría ocurrir que Dios haya querido que me engañe cuantas veces sumo dos más tres, o cuando enumero los lados de un cuadrado, o cuando juzgo de cosas aún más fáciles que ésas, si es que son siquiera
imaginables” (Descartes, 1641, p.9). No obstante, esta vacilación ante Dios no alcanzo a consolidarse, ya que se encontró atravesada por pensamientos que entienden que Dios “es la suprema bondad” (Descartes, 1641, p.10), dejando emerger así una excepción a la duda, ya que probablemente Dios no haya querido engañarlo.
Este campo de pensamientos descartesiano, nos impulsa a la apertura de un abanico de interrogantes, respecto a: el lugar de la duda ¿es una potencia para el hombre? ¿es un límite claro para el hombre? Quizás, esta duda adquiera el carácter de potencia y/o límite de acuerdo a como el hombre se posicione ante ella. A mi entender, concibo que es una potencia para el hombre, ya que lo impulsa a interpelar-se denotándole que no todo conocimiento es verosímil, y que consecuentemente, de lo verosímil, se puede -y se debe- dudar, en pos de potencializarnos como sujetos. Asimismo, podemos pensar que esta potencialización no es abrupta, ya que en su ascensión puede toparse con límites para el hombre, como pueden ser los “conocimientos”/”verdades” naturalizadas y/o arraigadas que se exponen como excepciones a la duda, y de los cuales este, debe ser capaz de trascender para así alcanzar su potencialización.
Bibliografía:
– Descartes, R. (1641). Meditaciones metafísicas, en Obras, Madrid: Espasa Calpe.1970.
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